
La fábula de Alberto y los dos patos
Se trata (o deberÃa tratarse) de algo muy real, pero la polÃtica está repleta de ficción. Y la retroalimenta. La literatura le da soporte, material de comunicación y herramientas de comprensiÃ...
Se trata (o deberÃa tratarse) de algo muy real, pero la polÃtica está repleta de ficción. Y la retroalimenta. La literatura le da soporte, material de comunicación y herramientas de comprensión. Para sus narrativas (sencillas), las fábulas son un insumo insuperable. No solo porque allà habitan animales que hablan. También sirven de metáfora. AsÃ, hay candidatas leonas y muchos que integran la familia de los équidos (de ambos géneros y diversas especies). Como abundan las tortugas, las ranas y los escorpiones que no pueden escapar a su naturaleza.
A los caracterÃsticas personales de los polÃticos se suman las circunstancias que atraviesan. Y el reino animal vuelve a escena. Para advertir sobre el riesgo imprevisible de la aparición de un cisne negro, o para evitar ser un chivo expiatorio de alquien más poderoso.
Es el caso de Alberto Fernández, que no logra quedar fuera del rebaño. O de la bandada. A pesar de sus esfuerzos por ser original (hasta el grotesco), Por eso, cuando le resta un cuarto de mandato se desgañita para no ser un pato rengo. Vampirizado. Y se aferra al sillón. Y al bastón. La banda lo asfixia. Y desafina. Aunque, en verdad, lo que más teme es a convertirse en otra ave de la misma familia: el pato de la boda. Animales polÃticos.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-fabula-de-alberto-y-los-dos-patos-nid09112022/